Roberto y Lucía se enamoraron en un centro de diálisis. Ya
trasplantados, celebran el Día Mundial del Riñón ayudando a otros pacientes.
Las historias de amor pueden nacer en cualquier momento,
lugar o circunstancia. La que sigue da cuenta de lo fiable que resulta esta
afirmación. Roberto Isa y Lucía Gómez se conocieron hace diez años, en 2004,
ambos a la espera de un trasplante de riñón, en un centro de diálisis de
Burzaco. Fue un flechazo: se enamoraron y, menos de un año después, estaban
casados.
"¿Lo invitamos al nuevo?", le preguntó Lucía Vivi,
una de sus amigas en el centro de diálisis. El nuevo era Roberto. Vivi, Cupido,
se acercó al hombre que, sin tiempo de pensar, dijo que sí, que contaran con él
para el festejo de fin de año.
La relación fue prosperando e hicieron varios trámites
juntos hasta que Roberto, lleno de nervios, dio el primer paso: la invitó a
comer. Cuenta que su estado de alteración era tal que cuando el mozo le trajo
la comida, la tiró al piso por un mal movimiento. "Un papelón", se
lamenta hoy.
El 17 de septiembre de 2005 se casaron con una gran fiesta
en el Centro de Fomento de Rafael Calzada. Del centenar de invitados, 80 eran
amigos y conocidos de diálisis. Es que ambos, como la mayoría de los pacientes
con insuficiencia renal, pasan cuatro horas, tres veces por semana, conectados
a una máquina. "Terminás formando una especie de familia", aseguran a
dúo.
Pero todo tiene un fin. Y el día que el médico le dijo a
Lucía que había un riñón para ella, ese fin significó una gran alegría. Tras
diez años de diálisis había aparecido el órgano, compatible, perfecto para
ella. Fue una mezcla de sentimientos: "Estaba feliz, pero yo quería que él
se trasplantara primero, porque era el que peor toleraba la diálisis",
cuenta ella. Pero no hubo caso, y Roberto la acompañó hasta la puerta del
quirófano en el hospital provincial San Martín, de La Plata. Seis meses más
tarde llegó el riñón para él y atrás quedaron las largas jornadas conectados a
la máquina.
Actualmente, Roberto y Lucía no faltan a ninguna reunión de
la asociación de amigos del hogar de tránsito del Cucaiba, el Centro de
Ablación e Implante del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires,
tal es el compromiso que asumieron después de curarse. Allí cuentan su historia
y participan de charlas con especialistas para que los nuevos pacientes se
sientan contenidos y sigan adelante. Y con motivo del día del Día Mundial del
Riñón, que se celebra hoy, recibieron el agradecimiento del gobernador Daniel
Scioli y de su ministro de Salud, Alejandro Collia, con quien se reunieron en
la cartera sanitaria provincial. "Nuestro mayor objetivo es que cada vez
más pacientes en diálisis formen parte de la lista de espera para ser
trasplantados y que el tiempo de espera vaya reduciéndose paulatinamente",
destacó el ministro durante el encuentro.
Actualmente, el gobierno bonaerense cubre el costo del
tratamiento de diálisis de 3000 personas que no tienen obra social, en
diferentes centros. Además, en la provincia hay 2300 pacientes en lista de
espera para recibir un trasplante renal, el más común en todo el país, debido a
la alta prevalencia de la insuficiencia renal crónica. En territorio
bonaerense, más de 11 mil pacientes se encuentran en diálisis, y durante el año
pasado el Cucaiba realizó 414 trasplantes de riñón.
Se estima que unos 2 millones de argentinos padecen algún
grado de enfermedad renal, pero no lo saben. "Ocurre que esta afección
puede dañar los riñones gravemente sin dar síntomas hasta etapas avanzadas de
la enfermedad, cuando ya se requiere diálisis y, eventualmente, un trasplante
de riñón", explica el presidente del Cucaiba, Adrián Tarditti.
Finalmente, para la pareja, ir a cuanto evento se los
convoca para ayudar a quienes esperan un trasplante es natural. Roberto dice
que en sus vidas ha habido un antes y un después del trasplante: "Alguien
a quien no conocimos nos dio la oportunidad de seguir viviendo, y nosotros no
podemos dejar de agradecérselo ¿Cómo? Ayudando a otros, dándoles consejos y
estimulándolos para que sigan adelante, porque hay vida de la buena después de
un trasplante".
Ocho reglas de oro
Según explicó el jefe del Servicio de Nefrología del
Hospital Naval Pedro Mallo, Carlos Blanco, más de 600 millones de personas en
el mundo padecen alguna alteración renal, mientras que en la Argentina son más
de 3 millones.
La prevención resulta clave para proteger a los riñones, y
la detección precoz permite el control de la enfermedad. Los riñones son
órganos vitales cuya función es filtrar la sangre, producir orina y eliminar
las sustancias tóxicas que el cuerpo produce. Además participan en el control
de la presión arterial, normalizan el volumen del líquido corporal al retener o
eliminar el agua y regulan la formación de glóbulos rojos.
La Asociación Nefrológica de Buenos Aires y la Sociedad
Argentina de Nefrología hablan de "ocho reglas de oro" para proteger
los riñones. Hacer ejercicio de forma habitual; mantener un control regular del
nivel de azúcar en la sangre (control de glucemia); controlar la presión
arterial; comer sano y controlar el peso; beber agua; no fumar; no tomar
medicamentos que puedan dañar los riñones; y revisar la función renal
(básicamente, medición de creatinina en sangre y búsqueda de proteínas en la
orina) si se pertenece a alguno de estos grupos de riesgo: personas con
diagnóstico de diabetes, hipertensión arterial u obesidad, o con familiares que
hayan padecido una enfermedad renal crónica.
Fuente: Infonews
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