Piden justicia. Mamás de dos de los más de 140 lactantes que
participaron el 2005 en un ensayo clínico en el que se usó un rehidratante oral
con dos proteínas obtenidas de arroz transgénico acuden a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos.
Han pasado 10 años desde que sus hijos, entonces bebés de 10
y 16 meses, ingresaron de emergencia en el Instituto Especializado de Salud del
Niño por un cuadro de diarrea.
Cuando estaban haciendo cola en el tópico, las captaron unas
enfermeras. "Me dijeron: No te preocupes, aquí en el hospital hay un
programa en el que van a atender a tu hijo ahorita", relata D.C.G, mamá
del niño que en el ensayo clínico rebautizaron con el código GFCC87. La
llevaron a un área de rehidratación y le dieron un documento de 4 páginas con
un enrevesado título: "Comparación de Soluciones de Rehidratación Oral de
Glucosa, Arroz y Arroz Lactoferrina/Lisozima en el Manejo de la Diarrea en
niños peruanos".
"Miré la hoja y vi puras letras sobre un suero a base
de arroz, pero no sabía lo que era la lisozima humana ni la lactoferrina. La
enfermera me quitó la hoja y empezó a leerme de forma rápida. Apúrate, me dijo,
cómo vas a decir que no si te van a dar pañales. Para entonces, mi hijito
estaba llorando sin parar", recuerda.
Esta mamá tenía entonces 21 años. Era primeriza y soltera.
Firmó el consentimiento "informado" el 15 de febrero de 2005 para que
atendieran rápidamente a su hijo, que estaba muy deshidratado. Dos días después
también lo hizo J.S.T., entonces de 19 años, quien como su ahora compañera de
lucha en los tribunales declara que firmó el documento coaccionada para que
atendieran a su bebé. "Por la
emergencia, ni siquiera lo leí", confiesa.
Sus hijos participaron junto con al menos 138 bebés del
Instituto Especializado de Salud del Niño y el Hospital Belén de Trujillo en un
ensayo clínico patrocinado por el laboratorio estadounidense Bioscience de una
Solución de Rehidratación Oral de arroz modificado genéticamente para la
producción de dos proteínas humanas: lactoferrina y lisozima.
Este producto no había sido probado antes en humanos y no
tenía la autorización de la Food and Drugs Administration (FDA), la entidad
reguladora estadounidense. Aun hoy, este producto no ha sido comercializado.
Uno de sus componentes, la lisozima recombinante, es vendida por el laboratorio
bajo un permiso GRAS (Generally Regarded as Safe) para su uso industrial o como
preservante o aditivo. Sigue sin ser autorizado como fármaco.
Escándalo
El 2006, la Asociación Médica Peruana denunció el caso a los
medios de comunicación.
Viendo la tele, estas mamás se enteraron que lo que habían
firmado era un consentimiento para que usaran con sus hijos un rehidratante
experimental cuyos posibles efectos a largo plazo son hasta el momento desconocidos.
Sus hijos, hoy ya de 10 años, padecen diferentes alergias
alimentarias y problemas respiratorios leves. Ellas son conscientes de que no
hay manera de probar que estas sean a consecuencia de su participación en el
ensayo. Pero desde entonces, no viven tranquilas.
"Ellos violaron los derechos de nuestros hijos",
dice D.C.G. "No nos informaron de forma correcta porque de ninguna forma
hubiera permitido la participación de mi hijo por más pobre que hubiera estado
en ese tiempo. Ellos abusaron de nuestra ignorancia y desesperación".
Ambas madres, con apoyo de los abogados de la Asociación
Médica Peruana, denunciaron el caso en la Segunda Fiscalía Provincial Penal de
Lima, pero la demanda fue declarada no fundada. Esta resolución fue ratificada
por la Quinta Fiscalía y de nuevo archivada en segunda instancia. En su
denuncia, incluían como responsables a la entonces ministra de Salud, Pilar
Mazzetti, y al director del Instituto de Salud del Niño, Dante Figueroa.
Ante el escándalo, la Ministra admitió la realización del
ensayo clínico y lo calificó de Fase III, es decir, ya experimentado en
adultos, algo que desmiente un informe defensorial.
"Hubo presión política y nos archivaron", opina
J.S.T. "Nos llegaron a acusar de que levantábamos una cortina de
humo".
Ante la falta de justicia en el fuero interno, ambas madres,
con el apoyo del Instituto de Defensa Legal (IDL), han llevado el caso a la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos por violación al derecho
fundamental al debido consentimiento informado.
"Si la Comisión admite la petición, será el primer caso
de ensayos clínicos que va a investigar el sistema interamericano",
precisa Lilia Ramírez, abogada de las víctimas.
Irregularidades
Mientras la entonces ministra de Salud, Pilar Mazzetti,
restaba importancia al caso y lo tildaba de "alarmista", la
Defensoría del Pueblo inició una investigación que concluyó en un contundente
informe.
Según el oficio 1171-2006-OD-Lima dirigido a Patricia J.
García, entonces jefa del Instituto Nacional de Salud (INS), la Defensoría
advierte de problemas en el procedimiento de autorización del estudio clínico
"relacionados con la falta de cuestionamientos ante la inobservancia de
postulados éticos establecidos en la Declaración de Helsinki", que rige
internacionalmente en la experimentación médica. Entre ellos, la falta de
información sobre los riesgos previsibles del producto en experimentación en el
formato del consentimiento informado. Es más, la Defensoría advierte incluso la
falta de rigurosidad científica de los resultados dados a conocer por los
investigadores. (Ver despiece).
Además, La República ha accedido a información adicional.
Claudio Lanata, también médico del Instituto de Investigación Nutricional que
llevó a cabo este controvertido ensayo clínico, desde 2005 integraba el Comité
de Ética del Instituto Nacional de Salud, entidad que en su día aprobó este
ensayo.
La investigadora principal de este estudio, Nelly Zavaleta,
así como Claudio Lanata, han seguido al frente de ensayos clínicos. En el caso
de Lanata, fue sancionado por el Instituto Nacional de Salud en 2008 por no
contar con un adecuado consentimiento informado de las madres de los niños que
participaron en Piura en un ensayo clínico de una vacuna del dengue.
Nuevo reglamento
Si bien en la vía penal el caso quedó cerrado, provocó un
terremoto en el sector salud. Producto de este remezón, Pilar Mazzetti,
promulgó el primer reglamento de ensayos clínicos que ha tenido Perú. Sin
embargo, esta norma fue flexibilizada tan solo unos meses después por su
sucesor, Carlos Vallejos.
Recientemente, el Ministerio de Salud ha reconocido la
necesidad de hacer un reglamento "más estricto" para proteger a las
poblaciones vulnerables y a través de un Decreto Supremo ha anunciado la
prepublicación de una nueva norma.
Luego de 10 años de este caso, La República ha denunciado en
un reciente informe la realización de ensayos clínicos en menores sanos sin un
adecuado consentimiento informado, de acuerdo con las declaraciones de las
madres entrevistadas.
Investigadora dice que no se usó arroz transgénico
La República solicitó una entrevista con Nelly Zavaleta,
investigadora principal de este ensayo clínico. En respuesta, Zavaleta envió
una carta notarial al diario.
En la carta, a nombre del Instituto de Investigación
Nutricional para el que sigue trabajando, sostiene que "no se empleó arroz
transgénico en el estudio, lo que se utilizó fue lactoferrina y lisozima, que
son las proteinas que se encuentran en la leche materna y también en lágrimas y
secreciones nasales, que ayudan a la función del sistema inmunológico, tienen
propiedades antimicrobianas, antivirales, antiparasitarias y antihongos y,
favorecen la utilización de los nutrientes."
Zavaleta afirmó en la carta que su investigación
"demostró que dichas proteinas al ser adicionadas a las sales
rehidratantes reducen la duración de la diarrea un 30%". También afirma
que contó con el consentimiento informado de los padres y que la investigación
fue autorizada por 3 comités de ética: el del Instituto Nacional de Salud, del
Instituto de Investigación Nutricional y el de la Universidad de California.
El patrocinador del estudio, Ventria Bioscience, es
productor de 2 variedades de arroz transgénico con alta expresión de ambas
proteínas recombinantes.
"El arroz que se
empleó fue producto de un cultivo genéticamente manipulado", declaró
contradiciendo a la investigadora Gonzalo Gianella, médico y especialista en
conflictos entre medicina y Derechos Humanos. "Se le introdujo genes al
arroz para que exprese proteínas humanas. Que sean proteínas humanas no lo hace
inofensivo necesariamente", explicó.
Enfoque: Medicina y derechos humanos
En el Perú es frecuente que profesionales de salud no
perciban la vulneración del proceso de consentimiento informado como un delito
grave. Los beneficios potenciales de una intervención experimental son en la
práctica vistos como valores superiores al respeto de la dignidad o la
autonomía. Adicionalmente existe una incapacidad en la profesión médica de
verse como parte de una sociedad compleja y con defectos. El resultado es una
limitada capacidad de tolerar cuestionamientos, asociada a sentimientos de frustración
cuando ocurren fiscalizaciones por parte de otros componentes de la sociedad.
Quienes trabajamos desde la perspectiva de los Derechos
Humanos sabemos que la protección de grupos vulnerables se requiere por la
existencia de problemas estructurales en las sociedades. Racismo, violencia
contra la mujer u homofobia son problemas que nos involucran a todos. Su
presencia elimina toda posibilidad de beneficio o bien común y solo crea un
ambiente hostil. Para contrarrestarlos no solo requerimos de marcos normativos
apropiados. Necesitamos además que quienes vieron afectada su dignidad puedan
tener acceso a la justicia.
Fuente: La República (Perú)
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