Aunque se presentan pocas denuncias, las agresiones y abusos
de medicamentos al dar a luz son comunes; a muchas les impiden estar
acompañadas; alarma por las estadísticas de cesáreas; cuánto cuesta un parto
humanizado.
Tenía 21 años y estaba desnuda en el pasillo del hospital.
De pie, llevaba en brazos a su hija recién nacida, recién arropada. Tenía las
piernas ensangrentadas. Le extrañó ver tanta gente a medianoche. Después de
unos minutos, una de las enfermeras del parto le entregó un paño de gasa.
"Ponételo entre las piernas y andá para allá", le indicó. La mujer
caminó. El pasillo le pareció interminable. "Caminá con las piernas
cerradas que vas a sangrar y te vas a resbalar", escuchó. Se apoyó en la
pared. Le costaba respirar. Entonces recibió una nueva indicación:
"Respirá bien, porque te vas a desmayar y yo no te voy a levantar".
Finalmente Patricia Solano, primeriza, llegó sin ayuda al
cuarto que le habían indicado. Su marido estaba en el edificio, pero el personal
de salud del Hospital Evita Pueblo de Berazategui le había prohibido
acompañarla en el parto. Cuando se encontró con él, horas después, no le contó
lo que había pasado. Ni del maltrato antes de parir -por ejemplo, las cargadas-
ni durante -las inyecciones de fármacos sin consultarla-, ni después. En ese
momento, todo le pareció normal. Nunca había escuchado hablar de violencia
obstétrica. En las paredes del hospital, repletas de carteles con
recomendaciones, no había rastro de esas dos palabras.
Violencia obstétrica
Violencia obstétrica
Patricia conoció la expresión meses después, entre páginas
web. La violencia obstétrica es una forma de violencia de género. Se ejerce
contra las mujeres en las salas de los hospitales públicos y las clínicas
privadas. No discrimina por clases sociales, ni edades, ni áreas geográficas.
La sufren las adolescentes sin cobertura médica que dan a luz en hospitales
públicos y mujeres de treinta que se atienden por la prepaga en sanatorios en
la Capital.
Violencia obstétrica es negar información, practicar
cesáreas innecesarias, inyectar fármacos cuando no corresponde, maltratar
verbal y físicamente a las embarazadas antes, durante y después del parto. Está
tipificada en la ley de Protección Integral a las mujeres (26.485), que a su
vez cita la de parto humanizado (25.929), promulgada en 2004 pero reglamentada
recién este año.
Según un relevamiento de este medio en hospitales y clínicas
de la Capital y el conurbano, no hay carteles en los centros de salud que
adviertan al respecto.
Una obstétrica con experiencia en el sector público y
privado (eligió preservar su identidad) se mostró de acuerdo con la ley, pero
advirtió que es imposible cumplirla. "No tienen en cuenta que no tenemos
suficientes camas ni personal ni tiempo para esperar a que cada una tenga a su
bebé cuando le salga", dijo a LA NACION.
Aunque existe la opción de contratar "aparte" a
una obstétrica o médico obstetra "de confianza" para asegurarse un
parto humanizado, cuesta entre 30 y 50 mil pesos.
Cesáreas
Delfina Bosco tenía 38 años cuando quedó embarazada. El
profesional de su cobertura médica privada le había dado fecha para el 22 de
diciembre. Tres semanas antes, una obstetra del Sanatorio Anchorena le practicó
una maniobra para desencadenar el parto. "Como el bebé no bajó, me volvió
a citar y me tomó la presión. Me dijo que tenía 14.9, el mínimo indicador de
preeclamsia en el embarazo, que necesitaba una cesárea y me dio una orden de
internación. Yo sentía que algo no estaba bien. En lugar de internarme, me fui
a una farmacia y me tomé la presión. Tenía 10,6. Fui a tres farmacias. Fui a otro
sanatorio para que lo certificaran. Todo con una panza enorme. Me iba dando
cuenta de que no había ningún motivo para finalizar el embarazo, excepto que se
acercaban las fiestas", contó.
Hoy, Delfina prepara una denuncia judicial. Desde el
Sanatorio Anchorena, la directora médica de Neonatología dijo a LA NACION no
tener registros de este tipo de situaciones: "Nuestra filosofía de trabajo
es respetar los derechos de las madres y sus familia", expresó.
La discusión sobre la cantidad de cesáreas que se practican
innecesariamente está vigente en el mundo. Aunque en la Argentina no hay cifras
actuales sobre este tema, los expertos ubican el porcentaje en el sector
privado por encima del 60% y en el público alrededor del 30%. La Organización
Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la tasa ideal de cesáreas oscile entre
el 10% y el 15%. En 2005, ese organismo ubicó en el 35% la tasa en la
Argentina.
"Se ha naturalizado la cesárea, es como si fuera 'la
otra forma de parir' cuando en realidad es un recurso médico, que tiene una
indicación precisa. A nadie le operan el apéndice por las dudas",
ejemplifica María Pichot, fundadora de la asociación civil Dando a luz.
Denuncias
Gabriela Satriano vive en San Martín. Tenía 24 años cuando
quedó embarazada y no contaba con una obra social cuando se le fisuró la bolsa
amniótica. Fue a atenderse al Hospital Materno Infantil Ramón Sardá, en
Capital. "Me hicieron muchos tactos dolorosos e innecesarios. Una
enfermera incluso se sentó sobre mi panza para ver si el bebé bajaba [maniobra
Kristeller]. Al final tuve una cesárea espantosa, me hicieron cualquier cosa.
Yo no existía", cuenta en diálogo con LA NACION desde la casa de sus suegros
en Villa Urquiza. Hoy, dos años y medio después, con su hijo a upa, está
convencida de que tuvo un parto violento.
No se sabe cuántas mujeres son víctimas de violencia
obstétrica en el país porque no hay estadísticas oficiales. En la página web
del Ministerio de Justicia está disponible un formulario de denuncia
específico, pero se reciben escasos reportes. Así lo reveló Perla Prigoshin,
titular de la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de
Sanciones de Violencia de Género (Consavig), que forma parte de esa cartera.
"Si esto no se dice, no existe", reflexiona desde la oficina con un
grupo formado por psicólogas, médicas y representantes de las Defensoría del
Pueblo de la Nación y de la Ciudad, del Inadi y de la Superintendencia de
Servicios de Salud.
En cambio, en redes sociales las denuncias abundan. Basta
con buscar "violencia obstétrica" en Facebook,Tumblr, Blogger y
YouTube para encontrar cientos de grupos de diferentes provincias y ciudades de
la Argentina y del mundo. LA NACION accedió a dos de ellos. Todos los días
aparecen nuevos "posts" seguidos por decenas de comentarios. Allí,
las mujeres vierten relatos de partos que consideran violentos. De médicos
obstetras que les introdujeron vías para administrarles fármacos sin su
consentimiento. De cesáreas que, aseguran, no eran necesarias. De maltratos físicos
y verbales. De que las "transformaron en pacientes". De que las
ataron y obligaron a estar quietas. De que no las dejaron ir al baño.
El año pasado, Agustina Petrella, recién embarazada de su
segundo hijo, decidió que no quería volver a atenderse con el prestigioso
obstetra de su primer embarazo. Había tenido una complicada cesárea y
sospechaba que su médico se la había inducido con una cápsula de
prostaglandina. Entonces buscó y encontró un obstetra que le prometió que
esperaría el tiempo que ella necesitara para dilatar y tener un parto
fisiológico (natural, vaginal). Iba a parir en la Clínica Bazterrica y para
asegurarse le envió una carta a la institución en la que pidió un parto
humanizado. Citó la ley 25.929 y especificó que después del nacimiento
colocaran a la beba sobre su pecho, que no le dieran leche de fórmula y que no
la vacunaran. Poco después recibió un llamado de la coordinadora de
Neonatología. "Acá no hacemos parto humanizado, así que te recomiendo que
te vayas a parir a otro lado", le informó. Petrella no tenía tiempo de
buscar otro instituto y cuando empezaron las contracciones ingresó en la
Bazterrica. "Me trataron muy mal, me gritaron y me amenazaron con que iban
a judicializar a mi beba. 'Acá no estamos para cumplir los caprichitos de los
padres', me dijo una médica a los gritos. Fue porque pedí un parto humanizado.
Estaba aterrorizada", cuenta desde un café cerca de su casa en Recoleta.
Obstétricas y obstetras
La carrera de Obstetricia dura cinco años en la Universidad
de Buenos Aires. La residencia, cuatro. Las egresadas -en su gran mayoría
mujeres, aunque se admiten estudiantes hombres desde 2000- son obstétricas, no
obstetras, que son médicos especializados. Las obstétricas atienden embarazos,
partos y puerperios normales. Cuando hay una anomalía, se ocupa el médico
especialista.
"Nosotros nos formamos para evitar la violencia
obstétrica. Tenemos un plus con respecto a los médicos, la parte psicológica y
antropológica de nuestra formación, que supera la biológica. No tomamos a la
mujer como una panza que viene caminando", dijo a LA NACION Catalina
Gerace, del comité científico de la Asociación Obstétrica Argentina.
Hoy Patricia Solano tiene 27 años y una panza enorme. Falta
poco para que llegue su tercer hijo y aún no decidió dónde parirlo. Lo que sabe
es que no volverá al Hospital Evita Pueblo. "Una busca ayuda, no porque
esté enferma, sino porque está por traer a alguien al mundo y no puede sola,
necesita un médico al lado. Con este bebé espero que me toque algo mejor".
Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres:
"Violencia obstétrica es aquella que ejerce el personal de salud sobre el
cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato
deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos
naturales, de conformidad con la ley 25.929.
Ley 25.929 de parto humanizado: Promulgada en 2004 pero
reglamentada recién este año, protege los derechos de madres, padres y recién
nacidos en el proceso de parto y nacimiento.
Fuente: La Nación
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