Según un relevamiento realizado por
Femeba, seis de cada diez profesionales de la salud sufrieron algún episodio de
violencia en un hospital de la provincia de Buenos Aires.
El 3 de diciembre se
festejó el Día del Médico, pero para muchos profesionales de la salud hay poco que celebrar. Inseguridad, bajos salarios, falta de insumos, guardias
colapsadas son sólo algunas de las circunstancias que viven en su trabajo. En
ese contexto, un estudio de la Federación Médica de la provincia de Buenos
Aires (Femeba) determinó que seis de cada diez médicos de los hospitales
públicos bonaerenses sufrieron algún episodio de violencia, mientras que el 51%
se siente inseguro en su lugar de trabajo. Y pese a que la mayoría lo denunció,
sólo el 11% logró continuar con una acción judicial.
“La relación médico-paciente ha ido mutando, por eso
queremos concientizar a la sociedad, instar a la sanción de una normativa que
proteja al médico y que eso implique abordar la problemática de manera
interdisciplinaria”, explica Guillermo Cobián, presidente de Femeba, donde
formularon una declaración sobre la situación de los hospitales, con doce
puntos de acciones que van desde crear un observatorio de agresiones y mejorar
el seguimiento de las denuncias, hasta presentar un proyecto de ley que
modifique el Código Contravencional y se incluya como falta las agresiones al
personal de salud; y otro que sume la policía hospitalaria a la organización
policial.
“Hace dos semanas hubo un corte de luz en un sector del
hospital y las pediatras que estaban de guardia, como no podían atender a
oscuras, avisaron que las llamaran ante cualquier urgencia y se fueron al
servicio de pediatría. A eso de las tres de la mañana entró una persona a los
gritos, insultándolas; y en el forcejeo por cerrar la puerta, una de las
médicas se lesionó la mano y ahora no puede atender”, cuenta Hernán Micali,
pediatra del Hospital Presidente Perón de Avellaneda. “A veces el insulto
termina ahí, pero tuvimos situaciones donde agredieron físicamente a un anestesista,
o robos con gente armada en el estacionamiento. Esto pasa porque los protocolos
de seguridad son vulnerables y, según el horario, el personal de seguridad no
alcanza. El lugar no está preparado para evitar que se meta gente por cualquier
lado”, agrega.
Hace menos de dos meses sucedió uno de los casos más
resonantes, cuando dos grupos que se habían estado peleando en un boliche
terminaron a los tiros en un quirófano del Hospital San José de Pergamino,
donde se había practicado una cesárea. Ante situaciones como ésa, muchos
médicos terminan renunciando; y el Ministerio de Salud conformó una Mesa de
Diálogo Intersectorial para trabajar con los sindicatos y federaciones médicas.
“Los hospitales son tan abiertos que falla el control de
dónde se puede ingresar, y no se respetan los horarios en los que no se puede
pasar a determinadas áreas”, suma Pedro Galmes, pediatra desde hace más de
treinta años, que trabajó varios en La Plata y que ahora lo hace en el Hospital
Municipal de Rivadavia.
Y si bien al interior de la provincia las situaciones de
violencia son menos que en las grandes ciudades, también se viven. Hace un par
de meses, Galmes y otra colega sufrieron agresiones por parte de los padres de
un paciente al que había que trasladar a otro centro de mayor complejidad, pero
por cómo se dieron los tiempos, los padres “creyeron que las cosas no se
estaban haciendo bien”. “En sectores bien calientes como las guardias, motivos
de roce siempre hay, ya sea por disconformidades del paciente o porque se
interpreta que las cosas no evolucionan como ellos quieren. Y el culpable
siempre es el médico”.
Fuente: Perfil
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