Neonatólogos, intensivistas y anestesiólogos, los que más
faltan; hay varias iniciativas provinciales para ofrecer trabajo; alerta por
los riesgos que implica la escasez en distintas áreas de atención.
No es un problema nuevo, pero se agudiza. En un
país en el que egresan unos 4800 médicos por año, hay una carencia de
especialistas, sobre todo en el interior, que no logra resolverse. Faltan
neonatólogos, anestesiólogos y expertos en terapia intensiva. Cada distrito
busca "seducirlos" de modo distinto. En Buenos Aires, más de cien
municipios ofrecen un "paquete motivacional"; en Catamarca, se les
adjudica un plan de viviendas a quienes se radiquen en los pueblos.
En Neuquén se ofrecen casa, plus salarial, estabilidad
laboral y capacitación.
Neonatólogos, intensivistas y anestesiólogos son tres de las
carencias más urgentes. La dificultad es peor en las provincias que en la
Capital Federal y más grave todavía en el interior del interior.
En el país hay 166.000 médicos (3,9 por cada 1000
habitantes), según datos de la Organización Mundial de la Salud. El número está
cabeza a cabeza con el de Italia, ambos, los más altos del mundo.
"No faltan profesionales, el problema es que no están
bien distribuidos ni geográficamente ni por especialidad", dice a LA
NACION Marcelo Yorio, decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la
Universidad Nacional de Córdoba, donde se dictan 44 posgrados certificados por
la Coneau y se forman profesionales de todo el país.
En Córdoba hay 5,16 médicos cada 1000 habitantes; en la
ciudad capital, el número salta a 9 cada 1000, y en el Noroeste, 1 por 1000,
situación equiparable con la de provincias como Chaco, Misiones y Santiago del
Estero.
"La mayoría elige las grandes ciudades para ejercer
-agrega Yorio-. En muchos pueblos ya bendicen tener un médico, ni siquiera
pretenden contar con un traumatólogo o un dermatólogo."
No sólo faltan especialistas, sino que además la cantidad de
enfermeras está muy por debajo de lo conveniente. Mientras los indicadores
internacionales marcan que el número ideal sería de 4 por cada médico, en el
país hay 180.000, lo que establece una relación de 1,2.
Gustavo Traballini, presidente de la Asociación de Clínicas
y Sanatorios (Aclisa) de Córdoba, admite que -ante la falta de especialistas de
áreas críticas- hay "robo" de profesionales entre los
establecimientos.
Señala que las prestadoras privadas llevan tiempo
advirtiendo a las autoridades académicas y de salud sobre la necesidad de
soluciones, ya que la formación lleva tiempo y el pronóstico es
"malo". La profundización del inconveniente se refleja en las vacantes
para las residencias de determinadas especialidades que no se cubren.
A fines de 2016, un informe del Ministerio de Salud de
Buenos Aires señaló la falta de ofertas para cubrir casi 300 cargos de clínica,
pediatría, neonatología, obstetras y licenciados en obstetricia (parteros) en
los hospitales del sistema provincial. Las localidades de menos de 3000
habitantes son las más complicadas.
En ese contexto, se instrumentó el proyecto Quiero Ser
Residente junto con los municipios, para resolver el déficit de especialistas,
sobre todo en materia de salud materno-infantil, salud mental, trauma y
enfermería. Para este año todavía no está disponible la información de cupos.
El programa propone a los municipios que ofrezcan estímulos
económicos que complementen la beca que paga la provincia, vivienda y trabajo
para el cónyuge y capacitación permanente.
Problema extendido
En Córdoba el año pasado alrededor del 27% de los concursos
para "especialidades críticas" quedaron sin cubrirse. El ministro del
área, Francisco Fortuna, entiende que los sistemas de educación y capacitación
deben revisar "su predisposición a trabajar para el perfil de médico"
que requiere el país.
Las distintas fuentes consultadas por LA NACION coincidieron
en que hay una multiplicidad de factores en la preferencia de los profesionales
a la hora de elegir su especialización: condiciones de trabajo, posibilidades
de capacitación y potencialidades para la familia son las básicas. "Tiene
que haber percepción de futuro -resume Yorio-. No todo es económico; ese factor
solo no alcanza."
El senador catamarqueño Jorge Solá Jais advierte que cuesta
"mucho" la radicación de médicos en las localidades chicas. "Hay
dificultades para el acceso a la salud que incluyen la distancia respecto de
los grandes centros urbanos, la baja densidad poblacional, la escasez de
recursos humanos entrenados. Se produce un vacío de profesionales que perjudica
al sistema de sobremanera", sostiene.
El Colegio Argentino de Terapia Intensiva (Cati) entiende
que la carencia de especialistas es un "peligro nacional". Para la
entidad, en los últimos años se triplicó el faltante, y afirman que el sistema
está en "colapso".
No sólo se suman menos profesionales que los que se
necesitan, sino que además la mayoría de los que ejercen tienen más de 50 años
y a mediano plazo se retirarán. Además, por las condiciones laborales, muchos
abandonan los puestos o deciden no concluir la especialidad.
Según datos de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva
(Sati), en el país hay unas 900 unidades de cuidado intensivo y unas 10.000
camas. La recomendación internacional es que haya un especialista cada 7; la
Sati tiene 2200 asociados, no tiene el dato cierto de cuántos son en total,
pero sí de que existen los suficientes.
Coberturas críticas
Jorge Leiva, delegado de la Sati, califica de
"inmenso" el déficit. La terapia intensiva era una especialidad
secundaria que implicaba siete años de formación, tiempo que "diezmó"
el interés; después se convirtió en especialidad "básica" (menos
tiempo) y -dice Leiva- hubo unos años de impulso, pero pasaron "rápido y
muy pocos quieren seguir".
"El intensivista vive de guardia -sigue-. Hoy los
jóvenes deciden de manera más fría, eligen especialidades más tranquilas, con
horarios y más redituables." A su criterio, hay que "humanizar"
la tarea con horarios más reducidos (por caso, guardias de 12 horas),
posibilidad de jubilación anticipada y más confort en los lugares de trabajo
(una sala, un dormitorio). Además de mejores sueldos.
Los neonatólogos son otros especialistas escasos. Luis
Ahumada, titular de la Sociedad de Pediatría de Córdoba, señala que en la
última década mermó el interés por la pediatría, la neonatología y la terapia
intensiva pediátrica.
"Formar un neonatólogo lleva entre cinco y siete años;
quien se dedica pretende, al menos, ganar más. Es una especialidad crítica de
alto estrés, expuesta a juicios y con pocas perspectivas de cambio en el
tiempo. Tiene todas en contra, por lo que hay que buscar fuertes incentivos
laborales; siendo pediatra se termina ganando más y con menos situaciones
extremas a atender", describe.
El hospital zonal de Choele Choel, en Río Negro, ofrece
60.000 pesos mensuales y vivienda a pediatras que quieran trabajar en el lugar.
Alicia Zelarayan, directora de la institución, contó que se suceden las
renuncias de los médicos. De ese hospital dependen otros cinco más pequeños,
que tienen sólo médicos generalistas, que también son escasos.
Desde la Federación Sindical de Profesionales de la Salud de
la Argentina aportan que el problema es "complejo" y empezó
"hace varios años". Sostienen que la feminización de la medicina hace
que las especialidades que requieren largos viajes, atender emergencias, hacer
24 horas de guardia y en ambientes violentos tengan cada vez menos postulantes.
Fuente: La Nación
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