viernes, 24 de enero de 2020

Son cirujanas pero sus colegas varones las llaman “chicas”: así es la discriminación que sufren las mujeres en áreas quirúrgicas

En las carreras universitarias de medicina, hoy se reciben más mujeres que varones. Pero en la especialidad de cirugía aún se enfrentan con obstáculos por falta de oportunidades para conseguir trabajo, perfeccionarse y ocupar cargos jerárquicos en hospitales y sociedades profesionales.


Son profesionales de la salud que se han formado en la especialidad en cirugía después de once años de estudios y prácticas hospitalarias, pero sus colegas varones las llaman “chicas”. En el momento de operar a los pacientes, pueden dejarlas como un adorno en un rincón del quirófano con pocas posibilidades de intervenir. Tienen que escuchan que sus jefes dicen frases como “que me demuestren que son mejores” para justificar por qué las dejan relegadas. Y si reclaman por un mejor trato, salarios más altos y hasta roles jerárquicos en hospitales y en las asociaciones médicas, les contestan: “Tranquila, ya te va a llegar”. No son sólo palabras. Los diferentes tipos de violencias contra las mujeres aún predominan en el campo de la cirugía en pleno siglo XXI. Pero las cirujanas empiezan a hacerse escuchar.

La situación desigual con las cirujanas se ha construido (pero naturalizado) desde hace más de un siglo. La primera médica argentina, Cecilia Grierson, se graduó en 1889, y obtuvo la habilitación para practicar cirugías. Pero nunca le permitieron ejercer. Hoy, sólo el 15,5% de un total de 8940 cirujanos generales en la Argentina son mujeres, según la Red Federal de Registros de Profesionales de la Salud (REFEPS), que depende del Ministerio de Salud de la Nación. Habría un subregistro, pero siguen siendo frecuentes las situaciones que obstaculizan el acceso al empleo, al ascenso, la estabilidad, a la compatibilidad con el rol de madre, y a la participación en las entidades que agrupan a los especialistas en cirugía.

Para cambiar ese panorama, se formó la Red Cirujanas Argentinas, una asociación civil que promueve la igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor; el respeto en la perspectiva de las nuevas evoluciones y conocimientos científicos y técnicos; y la eliminación de las discriminaciones basadas en el sexo, el estado civil, las responsabilidades familiares, la edad, la raza, la identidad étnica o nacional, la religión, el origen social, la discapacidad o la orientación sexual y género, en todos los ámbitos; entre otros objetivos.

“Nos hemos unido en este colectivo para impulsar una cultura de convivencia armónica e inclusiva en el campo de la cirugía”, contó a Infobae la presidenta de la asociación, la doctora Andrea Andreacchio, cirujana de planta Hospital Piñero y coordinadora general de las residencias de cirugía general en la ciudad de Buenos Aires. En la asociación, están recibiendo denuncias de situaciones de violencias psicológicas, físicas y simbólicas que enfrentan las cirujanas.

“Somos minoría en un campo en el que hay obstáculos para acceder al empleo, especialmente en el sector hospitalario privado, donde menos del 5% de los roles de cirugía son desempeñados por mujeres. También existen barreras a las oportunidades de formación profesional y actualización, y a la participación en congresos tanto como asistentes y como disertantes. Incluso en muchos lugares de trabajo no se contemplan espacios para que cuiden a nuestros hijos pequeños”, comentó la doctora Andreacchio. Durante las semanas pasadas, la organización ha recibido también denuncias de situaciones de acoso sexual en centros hospitalarios.

Recientemente, realizaron una encuesta a 150 personas para indagar sobre la percepción de la situación femenina en la cirugía. La encuesta reveló que el 75% de las encuestadas considera que no existe igualdad de oportunidades laborales para las mujeres. El 61% considera que no existe igualdad para las oportunidades académicas. En una de las entidades tradicionales que más cirujanos agrupa en el país, la Asociación Argentina de Cirugía, todavía siguen mandando los varones. Se trata de una entidad que se creó en 1928 y que siempre ha sido presidida por cirujanos varones. Tiene 7 comisiones enfocadas a diferentes temas de la especialidad y 5 comités que están también liderados por hombres.

Consultado por Infobae, el jefe de cirugía digestiva del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires y presidente del próximo congreso anual de la Asociación Argentina de Cirugía, Luis Sarotto, argumentó: “Siempre los varones han sido más en el campo de la cirugía. Pero cambiará pronto porque 7 de cada 10 estudiantes de medicina hoy son mujeres. La cirugía requiere a una persona más aguerrida e intensa, que duerma poco, y se ha pensado que los hombres se adaptaban más. Sin embargo, los estereotipos se están debilitando. Tengo una hija que quiere ser cirujana, y que me hace ver la realidad desde otra perspectiva”. Además, el doctor Sarotto informó que el próximo congreso pondrá en foco la visión de las mujeres y que está impulsando que funcione realmente el comité de mujeres cirujanas que se creó 16 años atrás.

“Hoy se está desarrollando un despertar en las mujeres cirujanas. Saben que tienen derecho al desarrollo profesional y al liderazgo a la par de los varones y no detrás de ellos”, sostuvo la doctora Marisa Aizenberg, directora académica del Observatorio de Salud de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde el año pasado se creó un área dedicada a salud, género y derecho.

“Históricamente, se ha construido un modelo médico hegemónico en el que predominan los estereotipos sobre virtudes asignadas a los varones, como templanza, rudeza, y mejor capacidad para realizar cirugías. Mientras que a las mujeres se les asignan ´virtudes menores como empatía y cuidado. Sin embargo, esas virtudes han sido revitalizadas en la actualidad por las dificultades que enfrenta hoy la relación entre médicos y pacientes. Esa división de virtudes y roles se ha naturalizado en nuestra sociedad hasta el punto que las propias mujeres, en su rol de pacientes, en algunas ocasiones piden ser atendidas por cirujanos´, señaló Aizenberg.

Pero el estereotipo de que sólo los varones podían operar a los pacientes ha empezado a debilitarse. "Ellan enfrentan importantes desafíos en el acceso a oportunidades laborales, salariales e incluso de formación. A veces tienen que postergar la maternidad durante las residencias médicas. Esta brecha también se observa en el acceso a cargos de decisión y se traslada a las sociedades científicas de todas las especialidades. Sin embargo, las cirujanas hoy son conscientes de que su visión apunta a la equidad en la toma de decisiones en el sistema de salud, especialmente en el diseño de políticas públicas sanitarias, y que se puede cambiar”, afirmó Aizenberg. “No queremos salir a ver quién opera mejor ni a competir con los varones. Estamos sólo reclamando por nuestro lugar en la cirugía”, agregó Verónica Garay, cirujana de trasplante hepático del Hospital Argerich y secretaria general de la Red. Lanzaron una campaña en redes sociales #Nosinellas para reclamar por más oportunidades, por más mujeres en eventos académicos, y por más paneles compartidos.

Las situaciones de discriminación para las cirujanas también se han producido en otros países desde hace siglos. Se sabe que en la Antigüedad las mujeres participaban en cirugías en Egipto, Italia y Grecia. En la Edad Media, se les prohibió la práctica. A principios del siglo XIX, Miranda Stewart ejerció como cirujana militar en Inglaterra, pero tuvo que adoptar nombre y ropas que eran tradicionalmente considerados para hombres para poder desarrollar su vocación. Hoy, en ese país las mujeres que estudian medicina son más que los varones.

Sin embargo, ellas no ocupan lugares altos cuando trabajan en cirugía. Recientemente se publicó en la revista BMJ Open una encuesta a través de redes sociales al grupo de mujeres de la Asociación de Cirujanos de Gran Bretaña e Irlanda. De un total de 81 participantes femeninas, el 88% dijo que sentía que la cirugía era un campo dominado por los hombres. La subespecialidad de la cirugía traumatológica y ortopédica fue considerada la más sexista. El 59% opinó que habían experimentado algún tipo de sexismo, y el 34% dijo que la profesión de cirujana desalentaba la maternidad o la vida familiar.

En los Estados Unidos, también se hizo un estudio con la participación voluntaria de 7.409 residentes en cirugía. El 32% había sufrido algún tipo de discriminación por su género. El 30,3% había padecido algún tipo de abuso físico o verbal (o ambos), y el 10,3% contó que había sufrido acoso sexual (generalmente por un profesional que tiene rol de supervisión). El trabajo se publicó en octubre pasado en la revista The New England Journal of Medicine (NEJM) y en las conclusiones se destacó que el maltrato ocurre frecuentemente entre los residentes de cirugía general, especialmente con las mujeres, y está asociado al exceso de trabajo, también conocido como “síndrome de burnout” y a pensamientos suicidas.

Tras la difusión de los resultados, el cirujano pediátrico Chethan Sathya escribió en la revista Scientific American un dramático reconocimiento de la situación y un llamado de atención: “Como cirujano masculino, me siento mortificado que la profesión permita que mis colegas mujeres sean tratadas como ciudadanas de segunda clase. He visto cirujanas que han sido intimidadas, acosadas y discriminadas por sus colegas varones. He visto un número incontable de veces que sus carreras se desmoronaban ante mis ojos. He visto sus lágrimas. Las he visto ir dentro de un agujero profundo de depresión y nunca volver. Y no he hecho nada al respecto”.

Fuente: Infobae

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