Carla Sáenz, especialista de la Organización Panamericana de la Salud, destacó que los sistemas de IA necesitan bases de datos diversas e inclusivas para que los beneficios impacten a toda la población.
La Inteligencia Artificial (IA) tiene un enorme potencial en el campo de la salud y la medicina. Incluso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que su adopción puede contribuir a mejorar los diagnósticos, la prevención de enfermedades y la atención clínica, especialmente en países de bajos y medianos ingresos con acceso limitado a los servicios de salud.
Sin embargo, Carla Sáenz, directora del Programa Regional de Bioética de la Organización Panamericana de la Salud – Washi, advierte que los beneficios de la IA en la salud pública dependen de un desarrollo tecnológico inclusivo.
“Para que la tecnología funcione, necesita que el conjunto de datos que utiliza para hacer este matching posterio
r sea completo, sea inclusivo (…). El beneficio solamente va a ser posible si hay datos de gente como yo en los bancos de datos para hacer las predicciones”, afirmó durante un foro virtual organizado por el Banco de Desarrollo de América Latina-CAF.
Si se reconoce la importancia que desempeñan hoy en día las tecnologías como la Inteligencia Artificial en la prestación de servicios de salud, se debe de asumir un compromiso con un abordaje ético e incluyente desde una mirada de salud pública, resaltó Sáenz.
La experta en bioética puntualizó que los sistemas de Inteligencia Artificial requieren bases de datos completos y no sesgados para contribuir al mejoramiento de los servicios de salud. Por ejemplo, existen algunos proyectos que utilizan la IA para la detección de enfermedades como la diabetes, pero, si los sistemas no son entrenados con información que represente la diversidad genética, se dejará fuera a una parte importante de la población.
Asimismo, si las bases de datos con las que se entrenan los sistemas de Inteligencia Artificial no contienen suficientes datos sobre las mujeres, las soluciones de salud que se diseñen estarán sesgadas y no abordarán las problemáticas específicas que las afectan, señaló Valérie Gauthier Umaña, profesora asistente del Departamento de Ingeniería de Sistemas y Computación de la Universidad de los Andes.
Carla Sáenzs agregó que el éxito de la adopción de la IA en el campo de la salud también depende de generar suficiente confianza en la ciudadanía y crear esquemas de gobernanza para garantizar su uso ético.
“Para que las nuevas tecnologías, incluida la Inteligencia Artificial, cumplan la promesa de mejorar la salud y el bienestar de las poblaciones, hay que crear un sistema de gobernanza que aliente la confianza (…). No puede hacerse esto de espaldas a la población”, afirmó.
Telemedicina para el acceso universal a la salud
Durante el conversatorio, Dilberth Cordero Valdivia, ejecutivo principal de la Dirección de Proyectos de Desarrollo Social de CAF, destacó las oportunidades que la telemedicina presenta para avanzar hacia la cobertura universal de salud.
La telemedicina permitiría llevar servicios de salud, como teleconsultas e incluso diagnósticos a distancia, a las zonas y comunidades con escaso acceso a las clínicas u hospitales. Durante la pandemia, por ejemplo, algunos países adoptaron la telemedicina para ampliar su capacidad de atención sanitaria, dado que los hospitales se encontraban rebasados.
Sin embargo, aprovechar las ventajas de la telemedicina y la tecnología en su conjunto aún enfrenta obstáculos: uno muy importante es la brecha digital, advirtió Valérie Gauthier. La experta explicó que, si no existe cobertura de servicio de Internet de alta velocidad y acceso a dispositivos, las personas más vulnerables también quedarán rezagadas de este tipo de servicios.
Fuente: DPL News
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