viernes, 13 de septiembre de 2013

La justicia alerta por la oferta en nuestro país de un supuesto medicamento natural que ayuda a curar el cáncer

Se trata de un tratamiento homeopático, a base de veneno de serpiente y escorpión, que promete curar distintos tumores. La justicia inició una investigación, alertada por el Instituto Nacional de Medicamentos. Según la entidad, el supuesto fármaco no cuenta con ningún tipo de aval ni autorización, y su promotor –que defiende el producto –no está registrado como profesional de la salud.

“El cáncer es curable”. Con este titulo sugestivo se promociona en distintos foros del Internet un medicamento que supuestamente sirve para tratar distintos tumores. Según su promotor, el fármaco está hecho a base de veneno de serpiente y escorpión, y busca equipararse con el famoso Vidatox, medicamento desarrollado en Cuba y que cuenta con un importante respaldo científico para su uso. Este producto, que también se recomienda para tratar enfermedades autoinmunes y degenerativas, no cuenta con autorización sanitaria, por lo que la justicia argentina comenzó una investigación para determinar su real efecto. Su promotor defiende públicamente al tratamiento, pero sigue sin poder explicar ni mostrar evidencia que lo avale.

Según Dardo Prusak, promotor del tratamiento, el Ibion-Vesam-Vescozul “ha mostrado su efectividad en un espectro amplio de tumores”, como el cáncer de próstata, colon, pulmón, mama y muchos otros. Pese a este entusiasmo, las autoridades sanitarias argentinas no tienen registro del medicamento, por lo que su venta es ilegal. En este sentido, la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación acaba de iniciar un proceso legal, denunciando al producto y su promotor, para que se investigue su verdadera procedencia y sus efectos.


Según publica hoy el diario Tiempo Argentino, la causa se inició en el Juzgado Federal Nº8, y fue instruida a raíz de la denuncia de Maximiliano Derecho, asesor legal del Programa de Control de Mercado de Medicamentos y Productos Médicos, dependiente del Instituto Nacional de Medicamentos (INAM). El organismo "pudo comprobar que a través de una página de Internet se ofrecía al público un tratamiento homeopático mediante el cual se prometía controlar, reducir y/o curar la enfermedad de cáncer". Además, se determinó que Prusak no se encuentra inscripto como profesional de la salud.

Respecto del Ibion-Vesam-Vescozul, la investigación aún "no ha podido contar con los productos ilegales que supuestamente se comercializaban en el comercio capitalino –el local estaba cerrado–, ni se pudo verificar la existencia de persona alguna afectada por el tratamiento en cuestión". Sin embargo, la Corte estimó que "no puede descartarse que los hechos que se denuncian hubiesen comprometido la salud pública, vulnerando tanto la ley de medicamentos como la de marcas".

En los distintos avisos, el promotor de este tratamiento asegura que el fármaco combina proteínas extraídas del veneno de serpientes, denominadas Naja, Crótalus y Lachesis, más la proteína sintética del veneno del escorpión amarillo de Israel. A esto se le suma la incorporación del veneno del escorpión azul de Cuba. En este punto, la justicia sospecha que la promoción busca imitar el producto con un medicamento cubano, con amplio respaldo científico, que se obtiene a base del veneno de ese animal: el Vidatox.

Vidatox se obtiene en base a veneno de escorpión, y fue desarrollado por Labiofam, una de las más importantes compañías farmacéuticas cubanas. El medicamento cuenta con el aval del gobierno de ese país, además de varias recomendaciones de entidades científicas de todo el planeta. En cambio, el Ibion-Vesam-Vescozul sigue siendo ilegal.

Pese a las pruebas en su contra, Prusak defiende su producto. “Se trata de un tratamiento complementario, jamás le voy a decir a nadie que deje su tratamiento convencional”, dijo a Tiempo Argentino. “Ninguno de los productos que ofrezco tiene efectos colaterales ni adversos. Cada uno tiene la elección de comer sano, medicarse sano y decidir con libre albedrío sobre su cuerpo. Por ejemplo, cuando me duele la cintura tomo árnica, un medicamento tan viejo como la Biblia, y no un antiinflamatorio de laboratorio”, sostuvo.

Fuente: Mirada Profesional Farmacéutica

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