Más de un centenar de patologías, conocidas como
catastróficas, tienen altos costos para los pacientes y los sistemas de
cobertura; afectan a 400.000 hogares.
Hay más de un centenar de enfermedades oncológicas,
inmunológicas y hereditarias que pueden empobrecer a una familia. Sus
tratamientos incluyen fármacos con precios que se citan en dólares y, mes a
mes, alteran la economía doméstica sin importar, en la mayoría de los casos, la
cobertura. De hecho se las denomina enfermedades catastróficas y el acceso a
sus tratamientos son el principal motivo de judicialización de la salud.
"En la Argentina hay alrededor de 400.000 hogares en
los que casi dos millones de personas cayeron en la pobreza porque uno de sus
miembros padece una enfermedad muy costosa. La cobertura de esas enfermedades
no está contemplada con precisión dentro del Programa Médico Obligatorio que
deben cubrir las obras sociales y las prepagas. De modo que los pacientes que
pueden recurren a demandas judiciales para conseguir que les financien sus
tratamientos", explicó Federico Tobar, coordinador de la maestría en
Administración de Servicios y Sistemas de Salud de la Universidad de Buenos
Aires (UBA), y consultor internacional en políticas de salud y medicamentos.
Cánceres, hepatitis C, hemofilia. esclerosis múltiple,
VIH/sida, fibrosis quística, insuficiencia renal crónica antes y después de un
trasplante o síndromes hereditarios poco frecuentes son algunos de los ejemplos
de esta familia de enfermedades que exigen tratamientos con medicamentos de
alto costo (MAC). Pero en los próximos años, con la aparición de nuevas
terapias, hasta la diabetes o el colesterol alto podrían volverse catastróficas
para los pacientes y un sistema de salud tan fragmentado como el argentino.
Ya existe, por ejemplo, una droga para la hepatitis C
conocida como la píldora de los 1000 dólares, porque eso es lo que cuesta cada
comprimido o terapias para enfermedades genéticas poco comunes, como el
síndrome de Gaucher, que cuestan unos 400.000 dólares anuales por paciente.
Los amparos judiciales de los pacientes para que sus obras
sociales o las prepagas cubran estos tratamientos crecen al 10% desde 2010,
según datos informados durante las jornadas "Cobertura de enfermedades
catastróficas como política de Estado", en la Facultad de Medicina de la
UBA. En su presentación, el decano de la facultad, Sergio Provenzano, consideró
este centenar de dolencias costosas uno de los mayores desafíos para la salud
pública. Los resultados de una encuesta de la Fundación Güemes, que también se
conocieron en la reunión, hablan de que al 45% de los argentinos les preocupa
qué les pasaría si les detectaran una enfermedad cara.
"Para el sistema de salud, las enfermedades
catastróficas son como un tumor que va creciendo y compromete su sostenibilidad
-aseguró Tobar-. Para las obras sociales y las prepagas, el costo de estas
enfermedades es cada vez mayor. Para los profesionales de salud y las
instituciones prestadoras son un dolor de cabeza. En primer lugar, por la
duplicación de esfuerzos: es frecuente que los pacientes peregrinen por
diferentes servicios repitiendo consultas y estudios. En segundo lugar, por la
baja certidumbre respecto de qué será cubierto por las entidades financiadoras.
En tercer lugar, porque la ausencia de protocolos que indiquen cómo deben ser
diagnosticadas y tratadas estas enfermedades aumenta los riesgos de demandas
por mala praxis."
Con reglas más claras
Y la industria farmacéutica tampoco escapa a este problema,
que exige reglas más claras. Para Tobar, que coordinó un relevamiento para dar
"Respuestas a las enfermedades catastróficas" del Centro de
Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec)
y la Fundación Sanatorio Güemes presentado en las jornadas, sostuvo que el
"panorama (para los laboratorios) no es del todo favorable" porque
"es difícil establecer una estrategia de producción y comercialización
donde no hay certeza de la cantidad de pacientes que requerirá cada tratamiento
ni quién será responsable de financiar su cobertura".
En la publicación, los autores citan la última Encuesta
Nacional de Gasto y Utilización en Salud: en 2010, el 6% de los hogares tenía
gastos médicos por más del 34% de sus ingresos, un umbral que define cuándo una
enfermedad se vuelve catastrófica. Es que cuando no se trata de antibióticos,
analgésicos u otras drogas consideradas esenciales en la definición de la
Organización Mundial de la Salud (genéricos que cubran las necesidades de
atención prioritarias de la población, según la prevalencia de las
enfermedades), los gastos de un tratamiento se salen de control.
Los motivos van desde la estructura del sistema de salud y
el proceso de aprobación de los nuevos fármacos hasta los reclamos de las
asociaciones de pacientes para acceder a los tratamientos, los intereses de la
industria y la judicialización de la salud. "La fragmentación de nuestro
sistema de salud atenta contra la implementación de políticas. No sólo se
divide en público, prepagas y obras sociales, sino que éstos a su vez se
subdividen: el resultado es una cobertura atomizada. Y cuando se habla de
financiamiento, aparecen aún más dificultades. Son muchos los interlocutores
para consensuar y sus agendas difieren. Todo esto, hoy define la gran
complejidad para lograr un marco legal que permita una solución con equidad en
el acceso a los servicios de salud y los tratamientos para los que lo
necesitan", dijo Gabriela Hamilton, coautora del libro y máster en
Sistemas de Salud y Seguridad Social.
Esteban Lifschitz, consultor en políticas sanitarias,
coincidió. "No se trata de limitar el acceso, sino de corregir el sistema
con principios claros: todo para quien lo necesita y nada para quien no lo
necesita. Esto incluye contar con la evidencia que respalde la aprobación y la
indicación de cada medicamento, con criterios de cumplimiento obligatorio. Que
los pacientes comprendan que más y nuevo no siempre es mejor para su condición,
que el sistema se lo demuestre y que la industria sepa qué fármacos serían más
necesarios. Muchas veces se pone el foco en el costo y no en la evaluación: es
necesario que demuestre en los papeles que sirve para lo que dice servir y para
lo que fue aprobado. Este mal gasto en los MAC se está llevando el presupuesto
para cubrir los medicamentos prioritarios (ver aparte)", dijo Lifschitz,
coautor del libro del Cippec. Si no, el tratamiento adecuado y oportuno lo
seguirán recibiendo "quienes tengan determinada cobertura o puedan
judicializar su necesidad", dijo Hamilton.
Un seguro nacional de protección universal ante las
enfermedades catastróficas, la compra centralizada de medicamentos con
licitaciones públicas internacionales, la actualización permanente de los
protocolos de diagnóstico y tratamiento, y la historia clínica digitalizada en
todo el país son las soluciones que propone el equipo del Cippec, formado
también por María Teresa Bürguin Drago y Roberto Daniel Yjilioff.
"Definir respuestas adecuadas para las enfermedades de
alto costo podría ser la piedra angular para construir un sistema de salud más
equitativo y eficiente -propuso Tobar a modo de síntesis-. Consolidar un seguro
que proteja a todos los argentinos ante unas 50 enfermedades de alto costo con
tratamientos protocolizados ya generaría equidad y reduciría los costos de esas
enfermedades en un 75 %."
Fuente: La Nación
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