Para evaluar uno de los indicadores más importantes y
elocuentes de cómo progresa un embarazo no se necesitan ni ecógrafos ni
análisis sanguíneos: basta con una simple balanza. El peso de la madre, que
corresponde no sólo a la mujer, sino también al bebe en gestación y a la
placenta, ofrece pistas reveladoras del estado nutricional del binomio
madre-hijo.
Hasta ahora, los obstetras argentinos sólo podían
controlarlo tomando como referencia tablas de progresión elaboradas en Chile y
que no estaban actualizadas.
Pero gracias a un reciente estudio multicéntrico en
embarazadas sanas de todas las regiones del país, la Argentina ya cuenta con
una herramienta ajustada a la población local.
Preparadas por la doctora Elvira Calvo, epidemióloga de la
Dirección Nacional de Maternidad e Infancia del Ministerio de Salud de la
Nación, estas nuevas guías, que pueden consultarse en la página web del
Ministerio: http://www.msal.gov.ar/promin/publicaciones/pdf/manual-nutricion-press.pdf
son una de las "estrategias para promover una mejor nutrición infantil
en los primeros 1000 días de vida" que hoy presentarán destacados
especialistas frente a más de cien médicos clínicos y nutricionistas.
Será durante una reunión científica organizada por el Centro
de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni) para celebrar su trigésimo séptimo
aniversario.
"Es un notable avance para ayudar en la consulta, una
herramienta para evitar tanto el aumento excesivo de peso como el insuficiente,
ambas condiciones que se asocian con un mayor riesgo de nacimiento y de
obesidad en el niño -explica el doctor Esteban Carmuega, director de Cesni-.
Hasta el momento no contábamos en la Argentina con tablas apropiadas. A partir
de esta investigación se pudo establecer un patrón acorde con el tamaño
corporal de la madre."
LA CLAVE NUTRICIONAL
Según explica Carmuega, pediatra especializado en nutrición,
los primeros 1000 días son críticos para la vida de una persona. Empiezan a
contarse desde la concepción, pasando por la lactancia exclusiva y culminando a
los dos años, una etapa durante la cual la nutrición juega un rol decisivo en
el desarrollo de las potencialidades físicas e intelectuales del futuro adulto.
"Lo que come la madre, el medio intrauterino, su
microflora intestinal envían señales que son mediadas y traducidas por la
placenta, y que contribuyen al desarrollo en este momento fundamental de la
vida", subraya Carmuega.
Un aumento por sobre la curva normal implica mayor riesgo de
alto peso de nacimiento y de obesidad futura en el bebe. Y también de obesidad
residual en la mujer. "El bajo peso o la mala progresión gestacional
-agrega Carmuega- pueden conducir a un insuficiente peso del bebe y a mayor
riesgo metabólico, porque paga un costo en su capacidad de adaptación a los
posibles excesos alimentarios en la vida futura. Un niño con bajo peso tiene
menos unidades filtrantes en el riñón, menor respuesta insulínica ante la
sobrecarga de carbohidratos, mayor riesgo de diabetes, cardiopatías e
hipertensión. De allí que mantener una curva de peso normal es clave para la
salud de la mamá y el bebe."
Según explica Calvo, el peso óptimo al nacer debe estar
entre los tres y los cuatro kilos. Respecto de la madre, "si inicia el
embarazo con sobrepeso deberá aumentar menos, pero es importante que siempre
aumente, porque es la manera de proporcionarle al bebe los nutrientes
adecuados. Nunca debe bajar de peso".
Fuente: Diario La Nación
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